Entre pinares altos y barrancos que respiran serenidad, Paterna del Madera guarda esa calma antigua que sólo tienen los pueblos de la sierra.

Aquí el aire huele a resina, a tomillo y a leña recién cortada; aquí el tiempo se mide por el rumor del río Madera y el paso pausado de las sombras sobre las laderas.

“En esta plaza jugaba,
por esas calles corría,
sin pensar, trozo de España,
que un día te dejaría.
Aunque lejos de ti estoy,
te llevo de compañera.
Voy pregonando tu nombre:
¡Paterna del Madera!”

—Joaquín Muñoz Pozo “El Penas”

Un rincón de sierra con alma

Paterna del Madera se asienta en la Sierra de Alcaraz, muy cerca del gran corredor natural que forman los valles del río Madera y del Mundo. Sus alrededores son puro mosaico serrano: pinares infinitos, encinas, prados de montaña, pequeñas huertas y sendas que suben y bajan como si jugaran a esconderse.

Caminar por sus calles es reconocer la arquitectura serrana: casas bajas, piedra y teja árabe, puertas antiguas que crujen con dignidad y una plaza que hace de corazón del pueblo. En cuanto sales del casco urbano, el monte te envuelve. Los atardeceres tiñen de cobre las copas de los pinos y, en otoño, el suelo se vuelve una alfombra dorada; es ese momento en que la sierra parece respirar contigo.

Tierra de oficios y memoria

Durante generaciones, la vida aquí se hiló con los oficios del monte: carboneo, resinación, ganadería o el trabajo en los antiguos aserraderos. De esa cultura quedan manos sabias, historias contadas junto al fuego y una forma de entender el mundo sencilla y orgullosa: trabajo, comunidad y paisaje.

El ojo serrano de Amaro

Este reportaje no podría entenderse sin la mirada de Serraneando con Amaro, esa ventana en redes que cada semana nos regala rincones, paisajes y emociones de toda la Sierra de Albacete. Su labor desinteresada en la promoción del territorio es un ejemplo de cómo el amor por la tierra puede convertirse en la mejor herramienta para mantenerla viva. Gracias a sus fotografías, Paterna del Madera luce hoy en todo su esplendor.


Paterna del Madera no es sólo un nombre en el mapa: es esa sensación de volver a casa, aunque sea la primera vez que la pisas. Quien nace aquí —y quien la adopta— lleva el monte dentro. Y a poco que te detengas, también te lo llevas tú.