Hace un año, la naturaleza nos recordó su fuerza.

El cielo se rompió sobre buena parte del sureste español, y el agua se llevó por delante vidas, caminos, cosechas y certezas.
En Letur, seis vecinos perdieron la vida. Seis personas sencillas, trabajadoras, que como cualquiera de nosotros salieron aquella mañana sin imaginar que la tierra, su tierra, se convertiría en un torrente.
El dolor fue inmediato. Y aunque el tiempo pasa, hay heridas que no se curan con silencio.

Aquel episodio, que también dejó graves daños en Valencia, Cuenca y otras zonas del Levante, fue mucho más que una tormenta: fue una llamada de atención.
Nos mostró lo vulnerables que somos y lo poco preparados que seguimos estando frente a los fenómenos extremos.
Un año después, recordamos a las víctimas y enviamos un abrazo sincero a sus familias. Pero también levantamos la voz, porque el homenaje más digno no son las palabras, sino los hechos.

Los pueblos afectados siguen esperando.
Las ayudas, lentas. Los expedientes, atascados.
Y los compromisos institucionales, que se anunciaron a bombo y platillo, siguen sin materializarse del todo.
Lo urgente sigue pendiente.
Las carreteras aún muestran cicatrices, los cauces no se han limpiado como debieran, y las obras prometidas para reforzar la seguridad ante nuevas DANAs continúan en el cajón de los proyectos.

Y menos mal que en mi región, Castilla la Mancha y en nuestra querida Sierra de Albacete, hubo algo más de entendimiento que en nuestra comunidad vecina de Valencia, menos mal, porque ,vaya ejemplo que está dando la política, del «y tú más» sea de quien sea, está muy harto el ciudadano.
En la Comunidad Valenciana, siguen sin ejecutarse la presa prevista para evitar inundaciones en puntos críticos.
Proyectos planificados hace años, presupuestados incluso, pero olvidados entre trámites, estudios y debates interminables.
Parece que a veces la burocracia pesa más que la urgencia humana.

Hoy no queremos discursos, ni tribunas, ni fotos con chaleco de emergencia.
Queremos realidad.
Queremos ejecución, no promesas.
Queremos obras que protejan y prevengan, no anuncios ingeniosos ni soluciones de escaparate.
Ya está bien de parches, de migajas, de declaraciones llenas de buenas intenciones y vacías de resultados.
El agua no espera a los papeles, y la próxima DANA no pedirá permiso.

Este editorial es un recuerdo y también una advertencia.
Porque la memoria de las víctimas merece respeto, pero también acción.
Porque la Sierra del Segura, la de Alcaraz, Valencia o Cuenca, no pueden seguir dependiendo de la suerte meteorológica ni de los titulares de turno.

Un año después, seguimos exigiendo verdad, compromiso y soluciones reales.
Y lo hacemos desde el corazón de esta tierra, donde sabemos que las palabras pesan poco si no van acompañadas de hechos.
Hoy más que nunca, pedimos a quienes gobiernan que bajen del atril y se suban a los caminos que el agua destrozó.
Que miren a los ojos de las familias que perdieron tanto.
Y que entiendan que la mejor política es la que se nota en la vida de la gente.

💧 Por Letur, por Mira, por Valencia, por todas las víctimas y por todos los pueblos que esperan.
Un año después, seguimos recordando… y seguimos esperando que, de una vez por todas, se actúe de verdad.

Por admin

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