Las sierras del Segura y de Alcaraz, situadas en el extremo sur de la provincia de Albacete, forman parte del sistema Prebético y constituyen un territorio de gran riqueza natural y cultural.
Sus montañas, picos y formaciones rocosas no solo destacan por su belleza y biodiversidad, sino también por los nombres que las identifican, testimonio vivo de siglos de historia, lenguas y tradiciones. El estudio de estos topónimos permite comprender cómo las comunidades humanas han percibido y nombrado su entorno a lo largo del tiempo.
Los topónimos de estas sierras reflejan la compleja superposición de culturas que han habitado la región. Muchos nombres tienen origen latino o prerromano, conservados o modificados por el uso popular. Un ejemplo es Alcaraz, que según algunas interpretaciones proviene del árabe al-karaz, “la cereza”, aunque también se ha relacionado con el término al-qaras, “la fortaleza”, haciendo referencia al antiguo castillo que domina la localidad. Otros topónimos, como Segura, derivan posiblemente del latín securus (“seguro”, “protegido”), lo que concuerda con la naturaleza de su abrupto relieve y sus refugios naturales.
Durante la dominación islámica, el árabe dejó una huella profunda en la toponimia. Los prefijos “Al-” (como en Almorchón, Almenara o Alcaraz) y términos como Cabezo, Peña o Risco fueron combinados o sustituidos por voces árabes que describían características físicas, posiciones estratégicas o usos del terreno. El nombre El Calar del Mundo, por ejemplo, puede vincularse al verbo árabe qalat (“fortificar”) o al término castellano “calar” (llanura elevada o meseta), con el añadido poético de “del Mundo” que alude a la sensación de inmensidad que ofrece su paisaje.
Muchos topónimos nacen de la observación directa del relieve. Nombres como La Sarga, Peña del Águila, Cerro del Trigo, los Picos del Oso o Pico Mentiras evocan formas, colores, animales o leyendas asociados a cada lugar. En algunos casos, el nombre responde a usos tradicionales o económicos: Peña Rubia puede aludir al tono rojizo de la roca, mientras que Sierra de las Cabras hace referencia a la abundancia de fauna montesa.
También existen nombres cargados de simbolismo religioso o mítico, como Pico del Fraile o La Cueva de la Señora, donde la imaginación popular ha proyectado figuras humanas o divinas sobre la piedra. Estos topónimos recuerdan la importancia de la oralidad y las leyendas locales en la creación del paisaje cultural.
A través de los siglos, los nombres de montañas y formaciones rocosas han sobrevivido a los cambios políticos y lingüísticos. Su persistencia convierte la toponimia en una fuente histórica de primer orden, capaz de revelar antiguos caminos, zonas de pastoreo o límites de comunidades desaparecidas. En la actualidad, muchos de estos nombres se conservan en mapas, rutas de senderismo y documentos oficiales, pero su verdadero valor reside en la memoria colectiva de los habitantes de la sierra.
Preservar y estudiar los topónimos de la sierra del Segura y la sierra de Alcaraz no solo contribuye a comprender mejor el pasado, sino que también fortalece la identidad cultural de una región que sigue viva en sus palabras y en sus montañas. Cada nombre, al fin y al cabo, es un eco del diálogo ancestral entre el ser humano y la tierra que habita.
Por Dalmy Gascón
Fotos, los Picos del Oso y el Pico Almenara


