Más de 120 representantes de toda España, entre ellos comunidades de la Sierra del Segura, reclaman políticas públicas que protejan los regadíos tradicionales como patrimonio social, cultural y ambiental.

Más de 120 representantes de comunidades de regantes históricas y tradicionales de toda España han aprobado la Declaración de Granada, un documento que defiende el reconocimiento, la protección y el apoyo institucional a los regadíos tradicionales, y que marca el inicio del camino hacia la creación de la primera asociación nacional de este tipo de comunidades.

El acuerdo se ha alcanzado durante el I Encuentro de Comunidades de Regantes Históricas y Tradicionales de España, celebrado el 13 de diciembre en Granada, en la Escuela de Ingeniería de Edificación, y organizado por el Laboratorio de Arqueología Biocultural (MEMOLab) de la Universidad de Granada, en colaboración con asociaciones de Andalucía, Extremadura y Castilla y León.

Al encuentro han asistido representantes de comunidades de Aragón, La Rioja, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares y Canarias, además de investigadores y expertos vinculados al ámbito universitario y científico.

La Declaración de Granada defiende el regadío tradicional como un modelo justo, sostenible y resiliente frente a la sobreexplotación del agua


La Sierra del Segura, presente en la defensa del regadío tradicional

Desde la Sierra del Segura han estado representadas diversas comunidades de regantes históricas, que comparten las preocupaciones y objetivos recogidos en la Declaración. Según fuentes consultadas, en Letur están adheridas comunidades como la Comunidad de Regantes de Letur, La Dehesa y El Tobar, mientras que en Yeste y Nerpio existen también numerosas comunidades de regantes tradicionales vinculadas a estos sistemas históricos de gestión del agua.

Asimismo, desde el territorio se trabaja en una idea inicial para constituir una Asociación de Comunidades de Regantes de la Sierra del Segura, con el objetivo de coordinar esfuerzos a nivel comarcal y vincularse posteriormente a la futura asociación nacional, reforzando así la voz del regadío tradicional del sureste peninsular en el ámbito estatal.


Un modelo social, cultural y ambiental en riesgo

Durante el encuentro, los representantes coincidieron en reclamar políticas públicas específicas que reconozcan y respalden la gestión sostenible que realizan estas comunidades, en un contexto marcado por amenazas estructurales como el envejecimiento de sus miembros, la falta de relevo generacional y la pérdida de conocimientos tradicionales.

A ello se suman los efectos de la intensificación e industrialización agraria, que favorecen la sobreexplotación de acuíferos, la pérdida de biodiversidad y la concentración del suelo y del agua en pocas manos, poniendo en riesgo la viabilidad de las pequeñas explotaciones agrícolas.

La Declaración subraya que las comunidades de regantes históricas contribuyen a la justicia social del territorio, mediante un reparto consensuado y equitativo del agua, y ofrecen un marco para frenar prácticas extractivistas, oligopolios hídricos y la mercantilización del agua, contrarias al interés general.


Acequias: economía circular y solución frente al cambio climático

El documento aprobado pone en valor las acequias tradicionales como sistemas de economía circular local, construidos con materiales naturales, sin generación de residuos y con una dependencia tecnológica y energética mínima, al basarse en la gravedad.

Estas infraestructuras han demostrado a lo largo de siglos una gran resiliencia, manteniendo cultivos, pastos y ecosistemas, contribuyendo a la soberanía alimentaria, complementando rentas locales y ayudando a fijar población rural, mitigando el abandono del medio rural y la despoblación.

En el plano ambiental, la Declaración destaca su papel en la generación y regeneración de suelos, la regulación de la salinidad, la creación de corredores ecológicos y la prevención de incendios forestales, al reducir los periodos de estiaje y actuar como barreras verdes. Además, ayudan a reducir la temperatura, aumentar la humedad ambiental y disminuir la erosión y los corrimientos de tierra, todo ello con una huella de carbono mínima.


Patrimonio cultural y reconocimiento internacional

Los regadíos tradicionales constituyen también un patrimonio cultural de enorme relevancia, con una historia documentada desde época medieval, esencial para comprender la conformación del paisaje cultural y la identidad de numerosos territorios.

En este sentido, el texto recuerda que el Ministerio de Cultura ha iniciado recientemente el procedimiento para la inscripción del regadío tradicional en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, un paso clave para su reconocimiento y protección a nivel internacional.


Un respaldo científico y un marco europeo

Pese a las dificultades, estos sistemas cuentan con un amplio respaldo académico y científico, con investigaciones desarrolladas por universidades como las de Granada, Valencia, A Coruña, Córdoba, Almería, Extremadura, Autónoma de Madrid, así como por el IGME-CSIC, que avalan su valor patrimonial y su papel en la gestión sostenible del agua.

El encuentro se enmarca en el proyecto REVIERTE, impulsado con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del MITECO, dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.