El presidente de la Diputación de Albacete, Santi Cabañero, participó este viernes en la primera reunión del Pacto Social por el Ferrocarril, una iniciativa promovida por CCOO, UGT y FEDA para reclamar un tren público, social y sostenible que contribuya a la cohesión territorial y al desarrollo del medio rural.
Durante el encuentro, celebrado en Albacete, Cabañero subrayó el papel del ferrocarril como “una herramienta decisiva para que nadie quede fuera de las vías del progreso”, y defendió la necesidad de que el tren vuelva a ser un factor de cohesión entre los pueblos de la provincia. “Las mercancías y los viajeros seguirán circulando por él, pero necesitamos que también lo haga la vida rural”, señaló.
Sin embargo, las palabras del presidente provincial llegan en un contexto de deterioro progresivo de la red ferroviaria convencional y de pérdida de servicios en pequeñas localidades, donde las estaciones permanecen cerradas o con frecuencias reducidas hasta el mínimo. Mientras se habla de vertebración territorial, el tren rural languidece entre recortes y falta de mantenimiento.
El Pacto Social por el Ferrocarril: una llamada a la acción
El Pacto Social por el Ferrocarril de Albacete surge con un manifiesto que plantea medidas concretas para revertir la situación. Entre ellas, mantener operativas estaciones como la de Hellín, evitar nuevas desconexiones y reabrir los apeaderos de Tobarra, Pozo Cañada y Chinchilla para el tráfico de personas. También propone la reapertura inmediata de la línea Chinchilla–Cartagena al tráfico de viajeros, su modernización con sistemas de control y electrificación, e incluirla dentro de la Red Básica Transeuropea y de las Obligaciones de Servicio Público (OSP).
Otro de los puntos aborda la necesidad de restablecer trenes regionales que conecten Albacete con Murcia y con las principales localidades intermedias, así como mejorar la conexión ferroviaria de Almansa con Madrid, Valencia y Alicante.
Un modelo público y sostenible, pero con estaciones vacías
Los sindicatos y la Confederación de Empresarios coinciden en que el tren es una pieza clave para la sostenibilidad y la cohesión social, especialmente en una provincia con una gran dispersión geográfica. Sin embargo, los datos muestran una tendencia desigual:
Renfe registró más de 17,9 millones de viajeros en alta velocidad y larga distancia en los seis primeros meses de 2025 —un 10,9 % más que en 2024—, mientras que los servicios públicos (Cercanías, Media Distancia y Avant) apenas crecieron un 2,8 %.
En la práctica, esto significa que el ferrocarril rápido y rentable sigue ganando terreno, pero el tren cotidiano que une los pueblos se queda atrás. La situación se agrava en comarcas rurales como la Sierra de Alcaraz o la Sierra del Segura, donde el cierre de estaciones y la supresión de líneas han dejado sin servicio a miles de vecinos.
El reto: que el tren vuelva a pasar por los pueblos
El propio Cabañero reconoció que el desafío ahora es garantizar que el impulso ferroviario no se limite a las grandes urbes. “El tren siempre ha sido sinónimo de igualdad de oportunidades y de conexión entre territorios, y lo debe ser más si cabe”, afirmó.
Un mensaje que conecta con las demandas del Pacto Social, pero que contrasta con la realidad sobre el terreno: pueblos sin estación, vías sin trenes y servicios cada vez más escasos. Mientras la alta velocidad concentra recursos y atención política, el tren convencional —ese que vertebraba comarcas y acercaba a la gente— sigue esperando su segunda oportunidad.
“Hablar de cohesión es importante. Pero en muchos pueblos de Albacete, la vía ya no lleva a ninguna parte”, resumen desde distintos colectivos rurales.
