El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha vuelto a subir en julio y se sitúa ya en el 2,7 % interanual.

Es el dato más alto desde febrero, impulsado por el encarecimiento de la electricidad y los carburantes. Y mientras tanto, los sueldos… siguen anclados. En la Sierra de Albacete, como en tantos rincones del país, la gente lo nota y mucho: llenar el carro cuesta más, encender el aire acondicionado se convierte en un lujo, y el depósito del coche cada vez da para menos.

El problema no es nuevo, pero sí cada vez más evidente. El Gobierno celebra que la economía va bien y que el PIB crece, pero en la calle, en las casas de nuestros pueblos, la sensación es muy distinta. «Sube la luz, sube la gasolina, suben los huevos… y nosotros, ni un céntimo más a final de mes», comenta un vecino de Molinicos que asegura que ya no compra carne si no está en oferta.

La subida del IPC es especialmente dura en zonas como la Sierra, donde la movilidad depende casi por completo del coche, y donde el acceso a energías renovables o alternativas es casi nulo. Si sube el gasoil, sube todo. Y si la electricidad se dispara, muchos ya se lo piensan dos veces antes de encender el horno o poner una lavadora.

Además, en plena campaña estival, los precios en hostelería y alojamientos rurales también han pegado un repunte. Comer fuera o pasar un fin de semana en una casa rural se convierte en un lujo para muchos vecinos de la comarca, mientras los visitantes de fuera aún pueden permitirse ese gasto. Y es que los bolsillos locales no crecen al ritmo del IPC, ni mucho menos.

Los sindicatos llevan tiempo pidiendo una subida de salarios acorde con el coste de la vida. Pero ni rastro. La mayoría de contratos en la Sierra –cuando los hay– siguen siendo temporales, mal pagados y sin apenas margen para respirar. Mientras tanto, desde Madrid se lanzan mensajes de optimismo que poco tienen que ver con la realidad de los pueblos.

En teoría, la inflación subyacente se mantiene «estable» en el 2,3 %, pero en la práctica, la sensación es que todo sube menos lo que debería: los sueldos, las pensiones bajas y las ayudas al pequeño comercio o al agricultor.

El dato definitivo del IPC se conocerá el 13 de agosto, pero en muchos hogares de la Sierra no necesitan estadísticas para saber que el dinero llega cada vez más justo a final de mes. Y la pregunta sigue en el aire: ¿hasta cuándo va a durar este juego donde siempre paga el mismo?