El telón de septiembre acaba de caer y deja una imagen ambivalente para Albacete: por un lado, el desempleo se ceba con 240 personas más que en agosto, situándose la cifra total en 21.093 parados.
Pero por otro, una mirada más detenida al panorama revela que la provincia camina con paso firme: frente a los 23.061 parados que había hace un año, hay 1.968 personas menos en situación de desempleo, lo que dibuja una tendencia esperanzadora.
Las ramas del desempleo crecen con dispar fuerza entre los sectores. Servicios, fiel al patrón, ha sido el más castigado en este mes, acumulando 189 nuevos parados. Le siguen Industria con +49 y el colectivo Sin Empleo Anterior, con +21. En cambio, Agricultura y Construcción se mantienen como focos de resistencia, reduciendo el paro en 6 y 13 personas respectivamente.
Pero si miramos hacia los pueblos de la Sierra de Albacete, el mapa adquiere matices distintos. En localidades como Yeste o Elche de la Sierra, los porcentajes de paro siguen siendo elevados; en Yeste ronda el 16,48 %, con alrededor de 164 parados, mientras que Elche marca un 18,32 % con 298 personas desempleadas, según estadísticas recientes.
En Riópar, la tasa cae hacia el 13,48 % (82 parados de unos 1.352 habitantes) lo cual resulta alentador, pues marca una mejora frente al año anterior.
Estas diferencias entre núcleo urbano y zonas rurales no sorprenden: en la Sierra, el empleo se apoya mucho más en la agricultura, el turismo rural o el comercio local, mientras que los servicios concentran las oscilaciones de empleo en la capital y las ciudades del llano. Así, cuando Servicios sufre, Albacete lo nota más que los pueblos.
Si bien el repunte mensual no es deseable, la caída interanual da margen para ver más allá del pico de septiembre: el desafío ahora está en consolidar empleo en los pueblos, reforzar iniciativas locales, impulsar la formación profesional adaptada a los recursos propios y diversificar las actividades económicas más allá del turismo estacional.
Porque estos datos no son solo cifras: representan familias, trayectorias truncadas, esperanzas que pueden rescatarse si la política local y las administraciones diseñan medidas reales para la Sierra, no solo para la capital.
