Coincidiendo con el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la Diputación de Albacete ha inaugurado este viernes la exposición “Madagascar Bonito” en el hall del Palacio Provincial.

La muestra, organizada por el Área Social y el Servicio de Educación y Cultura, invita a reflexionar sobre la realidad social y cultural de Madagascar y el papel transformador de la educación y la música como herramientas de esperanza.

El acto ha sido inaugurado por el diputado José González, quien ha subrayado que “la lucha contra la pobreza empieza también en el terreno de la educación y la cultura”, señalando que el arte puede servir para sensibilizar, concienciar y transformar realidades.

La exposición, que podrá visitarse hasta el 27 de octubre, presenta 20 fotografías de autores como Lobolopezz, Kike Carbajal y Vincent Verra, que muestran la vida cotidiana, la riqueza cultural y los paisajes de la llamada “Gran Isla Roja”.

“Sabemos que no podemos cambiar el mundo entero, pero sí contribuir a cambiar el mundo de muchas personas”, expresó González, recordando que la Diputación mantiene abierta su línea de ayudas a la cooperación internacional con 232.000 euros destinados a proyectos en países en desarrollo.

El programa conmemorativo continúa este sábado, 18 de octubre, en el Teatro de la Paz, con la proyección del documental “Fanantenana. Música para la Esperanza”, dirigido por Salud García J-Centurión. Tras la proyección, el músico malgache Kilema, protagonista del film, ofrecerá un concierto en directo.


Reflexión desde la Sierra de Albacete

La lucha contra la pobreza es, quizás, una de esas utopías necesarias. Cada año se recuerdan cifras, desigualdades, promesas, y se exhiben campañas solidarias. Y, sin embargo, la pobreza sigue ahí: visible o invisible, en Madagascar o en nuestros propios pueblos de la Sierra.

Porque, aunque nos digan que aquí no existe, la pobreza también vive entre nosotros. En la forma de un empleo precario, de un hipoteca o préstamo inasumible, de un comercio que no puede seguir, o de una familia que hace malabares para llenar la nevera.
No es la misma pobreza que la de África, pero duele igual: la de no poder vivir con dignidad en una sociedad cada vez más exigente, más cara y, a menudo, más indiferente.

Recordar este día no cambia el mundo, pero mantiene viva la conciencia de que hay mucho por hacer. Y quizás ese sea el primer paso para no acostumbrarnos a mirar hacia otro lado.

“La pobreza no se erradica con discursos, sino con justicia y empatía. Y eso empieza mucho más cerca de lo que creemos.”

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