La Sierra de Alcaraz ha amanecido este viernes bajo una helada severa, una de esas que dibujan cristales sobre la hierba y vuelven azulados los primeros pasos del día.
Aun así, nuestra cámara ha salido a recorrer uno de los itinerarios más emblemáticos del patrimonio serrano: la Ruta del Pernales, un recorrido que combina naturaleza, leyenda y memoria histórica en un paraje de belleza extraordinaria.
El sol jugaba esta mañana con los contrastes entre umbrías gélidas y laderas templadas, pintando un paisaje de otoño inolvidable.
Bien abrigados, y siguiendo el espíritu de “caminante no hay camino”, hemos iniciado un sendero que asciende entre arboledas, piedras livianas y aromas a tomillo. El frío apenas ha importado porque la propia ruta, con su mezcla de misterio e historia, enciende la curiosidad del viajero.
La vegetación, teñida de ocres y rojizos propios del otoño, acompañaba un trayecto que invita tanto a caminar como a reflexionar sobre los personajes que transitaron estas montañas más de un siglo atrás.
El Pernales: mito, historia y contradicciones
La ruta recibe su nombre por Francisco Ríos González, El Pernales, considerado por muchos como el último bandolero romántico de España. Su figura ha permanecido envuelta en un aura de rebeldía campesina, persecuciones y huidas, convirtiéndose con el tiempo en parte del imaginario popular de la Sierra de Alcaraz.
Sin embargo, no toda la leyenda tiene un tono heroico. Junto a quienes lo recuerdan como símbolo de resistencia frente a la pobreza rural del siglo XIX, existen voces críticas que recuerdan que algunas historias que rodean su nombre también apuntan a episodios oscuros, propios de una época dura y sin ley. Son relatos que sobreviven en la memoria oral de los pueblos y que recuerdan que el mito tiene también aristas incómodas, aunque difíciles de verificar hoy con rigor histórico.
El Pernales representa esa frontera difusa entre la leyenda y la crudeza real de una España rural marcada por el hambre y la desigualdad.
Su final es una parte clave de esta ruta. En agosto de 1907, mientras huía acompañado de El Niño del Arahal, ambos fueron abatidos por la Guardia Civil en Villaverde de Guadalimar. En el punto más alto del camino, una cruz marca el lugar donde terminó aquella huida y donde hoy decenas de caminantes se detienen a contemplar la historia desde lo alto de la sierra.
Un paraíso natural que enamora en cualquier estación
El recorrido atraviesa algunos de los entornos más representativos de la zona, ofreciendo barrancos, laderas luminosas, pinos centenarios y un silencio que sólo rompe la hojarasca congelada bajo los pasos del senderista.
Para muchos, la Ruta del Pernales es una mezcla perfecta entre naturaleza salvaje, memoria histórica y paisaje emocional. Un rincón donde el otoño brilla con fuerza, donde la helada de la mañana tiene sabor a montaña pura y donde cada caminante encuentra algo diferente: aventura, reflexión o simplemente belleza.











