La Sierra de Albacete se prepara para una de las jornadas más calurosas del verano. Con temperaturas que este lunes 28 de julio podrían alcanzar los 37 grados en municipios como Yeste, Riópar, Bogarra o Nerpio, la alerta no es oficial, pero el calor será más que palpable en cada calle, cada campo y cada rincón de sombra que se busque con ansia.

En los bares de Molinicos o Alcaraz el murmullo del café matinal se acompaña de frases como “esto no hay quien lo aguante, menos mal que por la noche aquí sí podemos dormir” o “a las tres, ni las lagartijas salen”. La bruma cálida, típica de estas jornadas, no da tregua desde primeras horas del día. El sol ya aprieta al filo de las diez de la mañana, y las fuentes de los pueblos se convierten en parada obligada para refrescarse, aunque sea por segundos.

El campo se adapta, como siempre

Los agricultores lo saben: en verano se madruga más que nunca. A las seis ya hay movimiento entre olivos, huertos y bancales. El riego se hace antes de que el sol castigue, y los tractores desaparecen antes del mediodía. “El calor nos obliga a cambiar rutinas, pero aquí no paramos”, comenta Antonio, agricultor en Villaverde de Guadalimar, mientras limpia su gorra sudada con resignación.

Plan B: piscina, sombra y pueblo

Las piscinas municipales de Elche de la Sierra, Socovos o Aýna prevén una afluencia notable, sobre todo por las tardes. Las escuelas de verano continúan con sus actividades, aunque adaptando los horarios para proteger a los más pequeños. Se cancelan algunos entrenamientos deportivos y se sustituye el ejercicio físico por talleres bajo tejados, mientras el verano cultural resiste a la sombra de la programación.

En el Zarzalar de Nerpio o el Batán de Tus, algunos aventureros optan por la sombra del bosque y el rumor del agua. “Aquí el calor también llega, pero al menos corre el aire”, dice Carmen, senderista habitual, que madruga para desplazarse y subir al Calar del Mundo y evitar la crudeza del sol.

Entre la rutina y la resistencia

A pesar del calor sofocante, la Sierra sigue viva. La vida aquí tiene otro pulso. Más lento, más sabio. Los serranos no se quejan tanto como se adaptan, y eso también es una forma de resistencia. Porque aquí, entre sierras y cañones, el verano no es una excusa para parar, sino una oportunidad para cambiar el paso, buscar el fresco… y seguir caminando, porque la vida es una camino forestal, a veces lleno de piedras, otros mas lisos, pero siempre, hacía delante caminando.

Por admin

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