En la Sierra del Segura, donde los oficios tradicionales conviven con nuevas formas de creación, hay un proyecto que está despertando vocaciones, uniendo generaciones y demostrando que el arte también puede ser un espacio de encuentro rural.
Se llama La Tela Quemada, y aunque su autor, Fernando Zarco, nació en Madrid, encontró en Riópar el lugar que necesitaba: naturaleza, calma y un entorno donde trabajar con autenticidad.
Fernando trajo consigo la experiencia, la técnica y el amor por el textil, pero fue en Riópar donde decidió dar forma definitiva a un proyecto que considera profundamente ligado a la sostenibilidad y al respeto por el entorno. Lo cuenta él mismo: materiales ecológicos, procesos manuales, tintas cuidadas y un compromiso firme con un modo de crear coherente con la vida en la Sierra.
Pero La Tela Quemada no es solo Fernando. El proyecto se sostiene y crece gracias a un trabajo compartido con Ana Mora, su compañera y figura clave en la dinámica de los talleres: ella acompaña procesos, organiza grupos, ayuda a crear confianza y aporta sensibilidad y mirada artística. Juntos conducen talleres que están llenando agendas en Riópar y en otros pueblos de la comarca.
Un arte que sorprende: serigrafía, pintura textil y creatividad
Los talleres que ofrecen combinan pintura a mano, ilustración textil y serigrafía artesanal. Para muchos participantes —sobre todo los más pequeños— la serigrafía es un descubrimiento. Ver cómo un dibujo aparece en el tejido al levantar la malla tiene algo de magia. Fernando lo explica con ejemplos sencillos y mucha práctica, y los niños responden con sorpresa, preguntas, risas y, al final, auténticas obras de arte.
La Tela Quemada trabaja con públicos de todas las edades. Personas que buscan aprender una técnica, quienes quieren recuperar el contacto con lo manual, familias que quieren compartir un rato creativo, o quienes simplemente desean llevarse una camiseta única, un objeto hecho por ellos mismos.
A veces, estos talleres terminan convirtiéndose también en espacios de desconexión emocional. Lo que empieza como una actividad artística se transforma en un lugar para compartir, combatir la soledad y conectar con otras personas, algo especialmente valioso en el mundo rural.
Repoblación, oportunidades y el valor de crear desde los pueblos
En un momento de la entrevista, Fernando reflexiona sobre el traslado desde Madrid. No idealiza nada, pero reconoce que necesitaba otro ritmo. Y lanza una frase que se queda flotando: “La nueva España vaciada se llama Madrid”. Lo dice con humor, pero también con certeza: cada vez más gente está saliendo de las grandes ciudades por precios imposibles, estrés y falta de aire.
Para él, el problema del mundo rural no es la falta de oportunidades, sino que no se ven desde fuera. Proyectos como el suyo, afirma, muestran que hay talento, creatividad, tejido cultural y capacidad para emprender. La gente valora más aquí —en pueblos pequeños— el trabajo artesanal, sostenible y hecho con calma.
También lo tienen claro: vivir del arte no es fácil en ningún sitio, pero en la Sierra existe un público que aprecia el valor añadido de las cosas hechas a mano, con alma y coherencia.
El proyecto se mueve por la comarca
Además de los talleres, La Tela Quemada participa en mercados de artesanía de cercanía y realiza encargos personalizados cuando alguna empresa, colectivo o particular necesita una tirada de camisetas ilustradas.
No tienen página web propia por ahora, pero sí presencia en plataformas de productos y servicios de la Sierra, como «Comercializate«.
Para contactar:
📧 latelaquemada@gmail.com
📲 WhatsApp: 626 614 026
La entrevista completa en podcast
También el sábado en Golismeando por nuestros pueblos repasaremos la entrevista a partir de las 13 horas.
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Porque el mundo rural también crea, impulsa, imagina y reinventa. La Tela Quemada es un ejemplo vivo de ello, un proyecto que reúne arte, sostenibilidad y comunidad desde un pequeño taller de Riópar hacia toda la comarca.
