Mientras España entera tiembla bajo la canícula, con termómetros disparados por encima de los 44 grados en el sur, nuestra querida Sierra sigue marcando la diferencia. Sí hace calor, sí, pero no es lo mismo. Ni la sensación, ni el entorno, ni la forma de vivirlo.
En localidades como Yeste, Riópar, Nerpio, Ayna, Bogarra o Alcaraz, las máximas rondan los 33-35ºC. Nada que ver con las temperaturas abrasadoras que castigan hoy a ciudades como Córdoba, Sevilla o incluso Albacete capital. Y ojo, que lo mejor llega por la noche: aquí aún se puede dormir con la ventana abierta, sin necesidad de aire acondicionado.
🔽 Comparativa de temperaturas máximas – 4 de agosto de 2025
(Zonas rurales en verde, ciudades en rojo)

El secreto no está solo en los grados, sino en cómo se vive el verano en la Sierra. Entre pinos, sombras naturales, agua limpia y ríos que aún corren. Y, por supuesto, con el botijo en la mesa, a la sombra de una parra o una higuera, refrescando el alma gota a gota. Porque el botijo no es solo un recipiente: es una declaración de intenciones, una resistencia rural y silenciosa frente al calor moderno.
En muchos pueblos de la Sierra todavía se ve el botijo colgado del balcón, en la repisa o sobre la piedra fresca. Y no falta quien dice que el agua que sale de ahí “cura hasta el mal de amores”.
Así que sí, España se asa. Pero en la Sierra de Albacete, aún se respira. Y se bebe. A sorbos lentos, en botijo, como siempre.
