A veces uno da todo y no recibe nada, te sentirás identificado/ada. Una historia cualquier, una caída, como tantas todos tenéis, tenemos, tendréis, tendremos, la vida.

Este texto forma parte de una columna de opinión personal. No representa necesariamente la línea editorial del medio

Ni un «gracias», ni un «ánimo», ni siquiera el eco de vuelta.
Solo silencio. Silencio, ruido de bar y puertas cerradas.
Te rompes por dentro y sigues. Te caes y te levantas sin aplausos.
No porque seas un héroe, sino porque no sabes hacerlo de otra manera.

No busco consuelo.
No vengo a llorar, vengo a escupir esta sensación de asfixia que arrastro desde que algunos decidieron pisar y otr@s mirar para otro lado.
Y aún así aquí estoy, tecleando, dando voz a esta Sierra que amo, que me ha dado en poco tiempo buenas sensaciones… y que a veces parece tan sorda.

He apostado por la palabra, por la radio, por la comunicación libre, rural, honesta.
He creado un medio que no pide permiso, que no lame botas, que no vende su alma por un banner. Callar no es una opción.

No vine a hacerme rico.
Vine a hacer algo que merezca la pena.
Vine a contar lo que otros ocultan.
A dar herramientas a críos para que hagan radio en los pueblos donde ya no hay ni bar.
A sacar luz de donde muchos solo ven polvo.

¿Y sabéis qué?
Estoy cansado, sí. Pero no vencido.
Estoy dolido, sí. Pero no derrotado.
Porque quien ha probado el fuego de hacer algo auténtico ya no se conforma con brasas frías.

Que hablen, que inventen, que olviden.
Yo sigo.
Con poco, pero con todo.
Sin destino, pero con rumbo.
Sin ayuda, pero con alma.
Porque los valientes, como decía al principio, no siempre tienen público… pero sí camino.

Y yo, aunque solo, ya lo estoy andando.
Y os aseguro una cosa: voy a llegar.

Por César Martínez.

Este texto forma parte de una columna de opinión personal. No representa necesariamente la línea editorial del medio.