La capital ha dado un paso firme: la Diputación de Albacete instalará una planta fotovoltaica en el Centro de Tratamiento de Residuos que cubrirá el 85% de su consumo energético.
Una inversión de futuro que demuestra que el autoconsumo ya no es una utopía, sino una realidad que genera ahorro, sostenibilidad y servicios públicos más eficientes.
Y aquí viene la reflexión: ¿qué pasa en la Sierra?
Nuestros ayuntamientos, muchos con sistemas de iluminación obsoletos y con facturas eléctricas que pesan como una losa en sus cuentas, ¿a qué esperan para dar pasos en esta dirección?
La fuerza del sol está ahí, gratuita, generosa, cada día. Pero falta valentía, proyectos de futuro que no siempre dan réditos inmediatos en forma de votos, pero que se agradecen a largo plazo, cuando el ahorro se convierte en inversión para el pueblo.
Estamos acostumbrados a ver obras rápidas, visibles, con la foto fácil para la campaña electoral. Pintar una fuente, inaugurar un parque, cortar una cinta. Pero los proyectos que realmente cambian la vida de una comunidad son los que permanecen para siempre, los que aseguran independencia energética, ahorros para las arcas municipales y una imagen de territorio moderno, sostenible y atractivo para vivir y visitar.
En la Sierra ya se han puesto en marcha iniciativas vinculadas al turismo sostenible —como el alquiler de bicicletas—, pero muchas veces quedan en el olvido por falta de promoción y seguimiento. No es un problema exclusivo nuestro: ocurre en pueblos de Cuenca, Madrid, Valencia o cualquier rincón de la España rural. Y eso es lo preocupante: la falta de continuidad, la ausencia de visión a medio y largo plazo.
Imaginemos un escenario distinto: ayuntamientos que generan su propia energía, que no tiemblan al recibir la factura de la luz porque el sol de la Sierra paga buena parte de ella. Una energía limpia que, si no abarata directamente el recibo, al menos se traduce en mejoras visibles para el pueblo, no en nóminas infladas de alcaldes liberados.
Es hora de dar pasos, de ser valientes. La Sierra necesita apostar por proyectos de autoconsumo, de sostenibilidad real, que consoliden un futuro energético propio. Porque resignarse a pagar siempre más no es una opción. Y porque el futuro no se improvisa: se construye con decisiones valientes hoy.
