Por César Martínez – Objetivo Sierra de Albacete

Una vez más, en Castilla-La Mancha se volvió a hablar de financiación autonómica en las Cortes, y una vez más faltó lo que más urge: consenso. Que una región como la nuestra tenga que levantar la mano y rogar igualdad en el reparto de recursos mientras algunos partidos se abstienen o votan en contra, dice mucho. Pero dice más aún lo que no se vota, lo que no se defiende, lo que se calla.

Porque lo que está en juego no es un titular político, ni un cruce de declaraciones. Lo que está en juego es el futuro de una región que, por mucho que se esfuerce, siempre parece ir cuesta arriba. Y cuando ni siquiera en algo tan básico como pedir un trato justo a nivel estatal hay acuerdo entre los representantes públicos, la desafección del ciudadano no solo es lógica… es inevitable.

Cansa. Cansa ver cómo cada pleno se convierte en un campo de batalla partidista. Cansa el teatrillo, las medias verdades, las abstenciones cobardes y las votaciones contra el interés general solo porque lo propone el de enfrente. Mientras, en la calle, el ciudadano juega en otra liga: la de los que pagan más por menos, la de los que ven cómo sube la vida, pero no las soluciones.

Porque sí, subió el salario mínimo. Pero también subió el aceite, el alquiler, la luz y el gasoil. Y bajó la paciencia. En Castilla-La Mancha, como en tantas zonas del país, la juventud sigue atrapada entre sueldos precarios y alquileres imposibles, y el campo, ese que nos alimenta y nos identifica, sigue siendo ignorado hasta que hay campaña electoral o protesta en los medios.

Lo peor no es el desacuerdo. Lo peor es que la política ha renunciado a la empatía. A mirar más allá de los colores y empezar a construir desde lo que une. Y ojo: el problema no es solo estatal. También se nota en lo regional, y cada día más en lo local. En pueblos donde la crispación política es el pan de cada día, donde se gobierna muchas veces de espaldas a la gente y de cara a los intereses.

Hace falta una llamada seria al sentido común. A la responsabilidad. A la unión. Porque Castilla-La Mancha no puede seguir esperando a que los de arriba se aclaren mientras los de abajo hacen malabares para vivir.

No se trata de ideología, se trata de dignidad.
Y esa, señores políticos, no se vota: se demuestra.

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