La política local suele vivirse desde muy cerca: en el día a día, en la calle, en la puerta del Ayuntamiento o en la plaza del pueblo.
Allí donde los problemas son concretos y las soluciones dependen más del compromiso que del discurso. Y en muchos municipios pequeños, ese compromiso adquiere una dimensión que pasa desapercibida para gran parte del país.
Tal y como publicaban recientemente nuestros compañeros de El Digital de Albacete, un total de dieciséis alcaldes y alcaldesas de la provincia desempeñaron su cargo sin percibir ninguna retribución económica durante 2024, según los datos de la Información Salarial de Puestos de la Administración (ISPA 2025) publicada por el Ministerio de Hacienda.
En la lista figuran los regidores de Abengibre, Alcadozo, Alpera, Ayna, Balsa de Ves, Carcelén, Letur, Nerpio, Paterna del Madera, Povedilla, Pozuelo, La Recueja, Peñas de San Pedro, Robledo, Salobre, San Pedro y Villapalacios. Todos ellos catalogados como “sin dedicación”, lo que significa que no cuentan con salario municipal y compatibilizan sus responsabilidades públicas con sus trabajos y obligaciones personales.
Un debate recurrente en los pueblos: ¿debe cobrar un alcalde?
En el ámbito rural, el tema del sueldo del alcalde siempre ha generado conversación:
que si cobra demasiado, que si cobra poco, que si se ha subido el sueldo, que si no debería cobrar…
Es un debate histórico y, en ocasiones, emocional.
Pero también existe otra cara de la moneda. En un municipio donde el alcalde no recibe salario, es lógico que existan limitaciones objetivas: hay trabajos, turnos, horarios, familias, responsabilidades… y atender un Ayuntamiento sin compensación económica implica esfuerzos que no siempre pueden compatibilizarse con el resto de la vida del regidor.
No se trata de afirmar que la gestión sea peor —muchos de estos alcaldes dedican horas infinitas a su pueblo por pura vocación—, pero sí es cierto que la exigencia ciudadana y la disponibilidad del dirigente no pueden ser las mismas cuando el cargo no tiene dedicación retribuida.
Cuando se cobra, la obligación es diferente… pero se abre otro debate
En el lado contrario, cuando un alcalde sí cobra un salario, la ciudadanía entiende que la responsabilidad debe ser mayor, la disponibilidad más amplia y la atención más constante. Y ahí surge otro debate ético que también recorre nuestras comarcas:
¿Es adecuado que un alcalde cobre un sueldo muy superior al de la mayoría de sus vecinos?
¿Debe existir un equilibrio entre capacidad económica municipal y remuneración de sus representantes?
La normativa marca los límites salariales y regula la dedicación, pero la percepción social depende, como casi siempre, de la realidad de cada pueblo, aunque pensamos que existirán vías para que la retribución sea más ética.
Política vocacional en la España rural
Lo único indiscutible es que estos dieciséis alcaldes que no han cobrado en 2024 representan una realidad frecuente en la España rural: la política entendida como un acto vocacional, más cercana al servicio comunitario que a una profesión. Un esfuerzo que, aunque no esté remunerado, sostiene la estructura institucional de muchos municipios pequeños.
Una realidad que merece ser conocida… y también reflexionada.
